

El terremoto sorprende a los turistas en Tailandia, entre gritos de pánico
Augustin Gus, un turista francés de vacaciones en Bangkok, estaba de compras el viernes en uno de los muchos centros comerciales de la capital tailandesa cuando un violento sismo hizo temblar el edificio.
"La tierra se puso a temblar cuando salía del ascensor", cuenta a AFP. "Todo el mundo se puso a gritar y a correr, así que yo también grité", cuenta.
El epicentro del terremoto de magnitud 7,7 se situó en la vecina Birmania, donde ha dejado al menos 1.000 muertos e importantes destrozos.
Basándose en modelos de catástrofes, expertos estadounidenses calculan que el balance podría alcanzar las decenas de miles de muertos.
Los daños fueron menos importantes en Bangkok, donde al menos 10 personas murieron, la mayoría de ellos obreros en un edificio de 30 plantas en construcción que se derrumbó.
Sin embargo, el suceso sorprendió a muchos turistas extranjeros en la capital tailandesa.
Algunos descansaban en piscinas en lo alto de los rascacielos cuando los temblores hicieron que el agua se precipitara sobre las fachadas.
Otros quedaron bloqueados en las calles con sus maletas debido al cierre de la red de transporte público por controles de seguridad.
Los habitantes de la ciudad, poco acostumbrados a los sismos, no les pudieron dar muchos consejos, explica un empresario de las Islas Salomón, que estaba de viaje y pidió permanecer en el anonimato.
"Desgraciadamente no había ningún procedimiento" para evacuar desde la 21ª planta del rascacielos de Bangkok en el que se encontraba. "Todo el mundo estaba confuso", añade.
Cristina Mangion, una treintañera oriunda de Malta, estaba en la cama de su hotel cuando empezaron los temblores.
"Pensé que estaba mareada por el calor", relata a AFP, añadiendo que el personal del hotel llamó a la puerta de todas las habitaciones para ofrecer ayuda.
- "Experiencia" -
A pesar de esta experiencia, Augustin Gus y Cristina Mangion formaban parte de los turistas que se encontraban el sábado en el mercado de Chatuchak.
Este turístico lugar se encuentra cerca del edificio en construcción que se derrumbó sobre un centenar de obreros que se encontraban en su interior, según las estimaciones de las autoridades.
"La gente tiene miedo", asegura el guardia de seguridad del mercado, Yim Songtakob, que señala que hay menos afluencia de lo habitual.
Por su parte, Cristina Mangion dice que no se dejará acobardar por la catástrofe. "Me siento mal por lo que pasó", explica, pero lo mejor que se puede hacer es "ayudar a los residentes con los comercios", ya que "sus negocios tendrán más dificultades de lo habitual".
Augustin Gus cree que podrá seguir disfrutando del resto de su viaje de tres semanas. "Siempre tendré buenos recuerdos, es solo una experiencia y por eso viajo", afirma.
Gilles Franke, un francés que visita regularmente Tailandia y espera instalarse allí una vez jubilado, también se muestra tranquilo ante el riesgo de réplicas.
"Cuando llega tu hora, llega tu hora", declara este hombre de 59 años. "Puedes morir cruzando la calle, puedes morir en cualquier momento de tu vida".
W.Janssens--RTC