

Los campesinos del metro de Chongqing exponen las enormes disparidades en China
Con enormes canastas de verduras en la espalda, campesinos chinos de avanzada edad se apretujan desde las primeras horas de la mañana en una estación de metro a las afueras de la megalópolis china de Chongqing.
Mientras la economía acapara la atención en una reunión política clave celebrada en la capital, Pekín, a miles de kilómetros, grupos de jubilados emprenden su carrera diaria para ir a vender cebollas, lechugas y huevos en el centro de Chongqing, a cambio de magras ganancias.
A pesar de la persistente crisis del sector inmobiliario, la débil demanda de los consumidores y la agitación geopolítica, los dirigentes chinos anunciaron este miércoles un objetivo de crecimiento para este año en torno al 5%.
Pero la incongruente imagen de los campesinos transportando sus mercancías a pie frente a los enormes rascacielos futuristas de Chongqing recuerda que para muchos -especialmente la población rural y los ancianos- ganarse la vida sigue siendo una lucha en la segunda economía del mundo.
Wu Baixing, una campesina de 71 años que vive en las afueras de Chongqing, cuenta a AFP que camina durante una hora hasta la estación de metro más cercana para ir a vender verduras en el centro de la ciudad.
"Creo que Dios ve todo lo que hacemos", dice resignada esta cristiana devota, refiriéndose a la agotadora tarea de transportar decenas de kilos de verduras en el transporte público.
Los viajes de Wu a la ciudad complementan su pensión mensual de menos de 200 yuanes (27,53 dólares), una cantidad promedio para los habitantes rurales, pero muy inferior a la que reciben los pensionistas urbanos.
Pero vender verduras no es lucrativo, dice, porque "hay muchas verduras y muchos agricultores que las venden".
- "Nadie quiere contratarnos" -
Desafiando la persistente llovizna, un grupo de agricultores espera en la estación de Shichuan, en el noreste de Chongqing, más de dos horas, a que salga el primer tren, a las 6H30.
Muchos cargan cestas tejidas en la espalda o las empujan en carritos, otros llevan en equilibrio dos canastas en yugos de bambú sobre sus hombros.
Los mayores de 65 años viajan gratis en el metro. Sin embargo, los viajes al mercado suelen implicar transbordos entre líneas y pueden durar hasta dos horas.
Xiong, un agricultor de 69 años, tiene que tomar tres trenes distintos para llegar al mercado de Minsheng, en el centro de Chongqing, donde vende lechugas chinas.
Liu Guiwen, de 72 años, cuenta que gana unos 30 yuanes al día vendiendo sus productos en la ciudad.
En el informe de trabajo hecho público en la reunión política del miércoles, los dirigentes chinos se comprometieron a "dar pasos firmes para avanzar en la reforma y el desarrollo rural" y a "proporcionar ayuda (...) a los residentes rurales con bajos ingresos".
La urbanización progresa a pasos de gigante, pero los habitantes rurales seguían representando el 33% de la población china el año pasado, según el gobierno.
Liu Lu'an, de 63 años, se alegra de que sus hijos no hayan seguido sus pasos y trabajen en fábricas en la ciudad.
"Los jóvenes de hoy querrían venir a trabajar en el campo. Tienen trabajos con beneficios", afirma Liu.
Antes ganaba más haciendo pequeños trabajos, pero "ahora tengo más de 60 años y nadie quiere contratarnos como mano de obra".
E.Persson--RTC