De las cenizas a la justicia: la batalla por el clima de seis jóvenes portugueses
Ver su casa "cubierta de ceniza" tras un mortífero incendio forestal fue un detonante para la portuguesa Claudia Agostinho, que junto a otros cinco jóvenes compatriotas han llevado a 32 Estados ante la justicia europea por su inacción frente al cambio climático.
"Fue terriblemente espantoso", dice esta enfermera de 24 años, residente en la región de Leiria (centro), arrasada por incendios forestales en 2017.
"Fue esa ansiedad la que me empujó a actuar", dice la joven antes de que su denuncia sea estudiada en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
Como el resto de demandantes, Claudia estima que las olas de calor y los incendios forestales que golpean su país cada año son resultado directo del calentamiento climático.
"La justicia tiene mucho poder, así que hemos querido hacer escuchar nuestra voz por este medio", explica a la AFP Sofia Oliveira, que quería "dejar este mundo" después de la "conmoción" que le provocaron esos incendios con más de 100 muertos.
"Queremos que nuestro caso lleve a los gobiernos a actuar", insiste la estudiante de 18 años, habitante en la periferia de Lisboa.
La denuncia de estos seis jóvenes de 11 a 24 años, que será estudiada por el TEDH el 27 de septiembre en Estrasburgo (este de Francia), reprocha a 32 Estados europeos no haber hecho suficiente para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
El caso es emblemático por el número de querellantes y de querellados.
"Jóvenes ya han presentado demandas por el cambio climático ante otros tribunales en el mundo, pero es la primera vez ante el TEDH y es la primera vez que se escucha un asunto vinculado a los derechos de los jóvenes", explica a la AFP Gerry Liston, abogado de la ONG británica Global Legal Action Network (GLAN), que los representa.
- "Existen soluciones" -
Una victoria constituiría un punto de inflexión porque el fallo solicitado sería "jurídicamente vinculante", sostiene Liston.
En el origen de la demanda hay una jurista voluntaria de GLAN, Rita Mota, que sugirió la idea de presentar una denuncia a su prima Claudia Agostinho.
A ella se unieron su hermano Martim (20 años), su hermana Mariana (11 años) y su vecina Catarina Mota (23 años y sin relación con Rita). Completarían el grupo Sofia Oliveira y su hermano André (15 años), cuyo padre es amigo de esta jurista militante.
"Son jóvenes completamente normales. No fueron reclutados", dice a la AFP Rita Mota. "Son ellos quienes me dijeron que esperaban poder hacer algo para que esto no se volviera a producir", añade.
Entonces todavía no había llegado la vorágine de huelgas escolares y grandes marchas de jóvenes por el clima, y las cosas avanzaban lentamente.
"El GLAN es una pequeña organización. Hizo falta una campaña de recaudación de fondos" y arrastrar a los jóvenes a hablar con periodistas.
A lo largo de los años han aprendido a defender su causa. La denuncia se presentó en 2020.
"El hecho de que sean capaces de actuar de forma concreta y tangible les da, yo creo, una sensación de impotencia menos importante", apunta Mota.
"Queremos demostrar que existen soluciones, que todavía lo podemos cambiar y que no hay que renunciar", dice Sofia, orgullosa de que su lucha esté respaldada por Greta Thunberg o Leonardo di Caprio.
- "Derecho a una vida sana" -
"Si se tiene en cuenta nuestro caso, habrá sanciones para los gobiernos que no cumplan sus promesas. Porque es la vida de la gente lo que está en juego", dice su hermano André.
El adolescente es asmático y no puede hacer deporte si hace mucho calor. "Esto va cada vez a peor y tenemos cada vez más miedo", apunta.
"Esto será todavía peor para la generación de nuestros hijos y no nos lo podemos permitir", añade el estudiante de secundaria, quien tomó conciencia de la crisis climática muy joven al hablar con sus padres, formados en biología.
Claudia, la mayor de las denunciantes, habla del apego de su familia en un mundo rural abandonado y su responsabilidad hacia los niños que en un futuro quiere llevar al mundo.
"Es necesario tomar medidas para garantizarnos el derecho a una vida sana, que es el derecho más básico de cualquier ser humano, es todo lo que pedimos a los gobiernos. Es lo básico", afirma.
P.Ortiz--RTC